Celebrando 40 años de mujeres maratonianas...
Cuando le vi casi le tenía encima.
Tenía el rostro desencajado y los ojos furiosos. Me gritaba que
parara. Quién me había creído. Decidí seguir corriendo. No rompas
el ritmo, me decía, no lo rompas, mantén el paso, no le mires, no
le mires, no te paralices, sigue corriendo, zancada tras zancada, un
pie y luego el otro, siente la pisada, que toda la planta sienta el
suelo... Congelemos la imagen.